Se quiebra la montaña de engaños de AES

[dropcap]R[/dropcap]evelaron evidencia sobre cantidades elevadas de químicos detectada en el agua subterránea de la carbonera AES en Guayama, donde la empresa mantiene una inmensa montaña de cenizas de carbón, a la intemperie, desde hace años.

Según un estudio pagado por la propia empresa de carbón, se descubrieron indicios de radioactividad, además de rastros de arsénico, cromo, selenio y molibdeno en muestreos al subsuelo de la propia planta, realizados entre agosto y noviembre del pasado año por orden de la Agencia de Protección Ambiental federal (EPA en inglés).

Los hallazgos, además, apuntan a que esa contaminación ya se desplaza, incluso hacia el mar.

Crónica de una contaminación anunciada

Mientras AES desplegaba por años su arsenal de engaños a través del gobierno y sus agencias, encontrando bastantes aliados en ese camino, la realidad le ha dado la razón a los expertos y líderes de la resistencia comunitaria que venían anticipando lo que sucedería.

A mediados de la década del 90, cuando se discutía la propuesta de construir la carbonera AES, una de las preocupaciones principales de las comunidades fue, precisamente, la disposición final de las cenizas.

Entonces, la administración del gobernador Pedro Rosselló González y AES nos dijeron que no nos preocupáramos: que las cenizas iban a ser devueltas al lugar de origen del carbón en Colombia, que las cenizas no se iban a depositar en Puerto Rico, ni siquiera en los vertederos, y que las cenizas no contaminan, porque no son toxicas ni peligrosas.

…y eso fue un engaño.

Las cenizas no son cenizas

En el año 2004, luego del desastre ambiental, de salud y agrícola que causaron la más de 50 mil toneladas de cenizas que AES envió a la República Dominicana, la Junta de Calidad Ambiental (JCA) permitió el depósito de estos residuos de carbón en la isla, violando la Declaración de Impacto Ambiental, el contrato original entre la empresa y la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) y Resoluciones de la Junta de Planificación que establecían que las cenizas se iban a exportar.

Junto a la AES, los gobiernos de Sila M. Calderón y Anibal Acevedo Vilá, nos dijeron que no nos preocupáramos: que las cenizas no eran cenizas, que era un agregado manufacturado muy bueno para la construcción, y que no contaminaba. Lo mismo que le dijeron a los hermanos dominicanos de Arroyo Barril.

Durante 14 años fueron desparramadas 2.7 millones de toneladas de cenizas de carbón en los pueblos de San Juan, Dorado, Toa Alta, Caguas, Ponce, Guayama, Salinas, Arroyo, Santa Isabel, Coamo, Peñuelas, Juncos, Mayagüez y Humacao.

…y eso fue otro engaño

Inacción de la EPA

En el 2011, la entonces directora de la Región 2 de la EPA, jurisdicción bajo la cual se encuentra Puerto Rico, Judith Enck, envió una carta al presidente de la JCA, Pedro Nieves Miranda, en la que constataba preocupación de la agencia federal por la potencial contaminación de los acuíferos, debido al “uso indiscriminado de grandes cantidades de cenizas sin encapsular, como relleno”.

Ya desde entonces, siete años atrás, la alta oficialidad de la EPA concluía que el manejo dado a las cenizas por parte de AES no podía considerarse un “uso beneficioso” y que tal práctica propiciaba “considerables preocupaciones ambientales”. Entre estas, la potencial contaminación del Acuífero del Sur.

Pero la preocupación de la EPA quedó en nada. Cinco años más tarde, en el 2016, representantes de cuatro organizaciones establecidas entre Peñuelas y Humacao nos reunimos en dos ocasiones con los representantes de la EPA, José Font y Carmen Guerrero. Les mostramos la carta de Enck y les preguntamos qué pasó con su profunda preocupación sobre el peligro de contaminación con cenizas al que estaba expuesto el acuífero.

Su contestación fue que no había dinero para monitorear todos los lugares donde AES depositó sus cenizas. Que lo buscarían de alguna manera.

…y eso fue otro engaño

Multa a AES por contaminación

En el 2012, la EPA multó a AES tras descubrir cinco lugares en las instalaciones de la carbonera en Guayama por donde el agua de lluvia, no de huracanes, arrastraba las cenizas fuera del área y contaminaba humedales cercanos.

Los multaron por $170 mil, pero la montaña siguió creciendo. La contaminación no se detuvo. No cumplieron con sacar las cenizas fuera del país. El viento también llevaba las cenizas hasta los hogares de las comunidades cercanas y las personas comenzaron a notarlo y enfermarse.

Actualmente, residentes reconocen que hay una “epidemia” de cáncer y de otras condiciones de salud en esas comunidades. El Registro de Cáncer coloca a Guayama entre los primero diez municipios con más incidencia de cáncer, entre los años 2004 y 2014. Entre esos primeros también están las vecinos pueblos de Arroyo, Salinas y Santa Isabel.

Mientras todo esto ocurre, AES mira para otro lado y dice que allí no hay nadie enfermo. Que todo el mundo tiene buena salud. Y el gobierno mira para el mismo lado que mira AES.

…y nos siguen engañando.

Un libreto repleto de engaños

Pero ahora apareció este estudio pagado por ellos, que demuestra que el agua subterránea de su solar industrial está contaminada con elementos químicos tóxicos y elementos radiactivos, y que luego del huracán María aumentó esa contaminación.

¿Qué podemos esperar?

De AES, otro libreto lleno de engaños, con sus célebres mitómanos intentando dar alguna explicación mágica a los medios de comunicación que no los cuestionan. Repetirán que las cenizas no son cenizas, que es un producto sólido e inocuo llamado Agremax, y que esa contaminación no es de ellos: que otro fue el que contaminó.

Esto a pesar de que el arsénico, cromo, selenio y molibdeno son parte de la “huella dactilar” de las cenizas y que en los Estados Unidos ya afloran montañas de evidencia de la misma contaminación en cientos de depósitos de cenizas. Aun así, la empresa carbonera lo negará.

…y será otro intento de engaño.

En peligro la vida humana

En muchas ocasiones escuché al doctor Osvaldo Rosario López, un veterano químico y experto en contaminación ambiental, afirmar que el asunto no era si las cenizas iban a contaminar o no el acuífero, sino, cuándo ocurriría. Y ese momento llegó.

La realidad sobre el desastre ambiental y de salud que ha causado esta empresa carbonera sigue reflejándose y acumulándose en estudios e investigaciones. Siempre ha sido un hecho, y continúa corroborándose, que las cenizas son tóxicas, peligrosas y radiactivas, aunque AES y el gobierno lo nieguen.

A tanto tiempo de su primera gran mentira, nuestra gente, suelos y aguas ya pagan un alto precio, pero ya no nos engañan más. Su montaña de engaños se quebró.

Fuente: periodicolaperla.com

 

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